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  • N.3 - Luglio-Settembre
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Notizie dall'estero

Cap. José Angel Astillero

(Eta(m): la estrategia de la desestabilización como camino hacia la negociación política)

1. Introducciòn

La La estrategia antiterrorista exige un conocimiento profundo y detallado sobre la estructura, métodos y procedimientos del grupo antagonista. Pero por encima de todo, exige comprender el porqué de sus acciones, los motivos de su lucha, el fin perseguido. O lo que es lo mismo: su estrategia.

Olvidar que el grupo terrorista E.T.A.(1) es una organización viva, con un gran dinamismo interno, es ignorar su asombrosa capacidad de adaptación a las incidencias internas o externas que a lo largo de su historia han actuado sobre su complejo organizativo, provocando profundos cambios en su estructura, funcionamiento y procedimientos (siguiendo, no obstante la creencia general, criterios más de oportunidad que de idoneidad o capacidad). Con todo, se ha mantenido siempre firme en sus fines. Es ésta la importancia del análisis de su estrategia: en un ente evolutivo que en lo tangible cambia permanentemente, lo fundamental en lo ideológico apenas sufre variaciones respecto a la línea inicialmente preestablecida.

2. Evoluciòn del grupo

ETA, organización revolucionaria e independentista de metodología terrorista, nació en 1959 de la fusión de un grupo radical de estudiantes llamado EKIN y una rama escindida de las juventudes del Partido Nacionalista Vasco (EGI). Hoy, 42 años despues, más de novecientas víctimas mortales, miles de heridos y daños por valor de varios miles de millones de pesetas, conforman la tarjeta de presentación de una banda terrorista que, tras múltiples transformaciones y cambios, ha devenido en la vanguardia de un enrevesado entramado socio-político denominado MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco)(2).

La ETA de nuestros días es el poso histórico de la fracción minoritaria expulsada de la VI Asamblea de ETA celebrada en 1970; fracción que bajo las siglas “ETA-V Asamblea” asumió la legitimidad histórica de la organización. Posteriormente, en 1975, se produciría otra crucial escisión fruto de la cual aparecerían las ramas “militar”, ETA(m), y “político-militar”, ETA (pm).

A diferencia de ETA(pm), que propugnaba una acción coordinada de la lucha de masas y la lucha armada, ETA(m) haría valer el postulado de una simple tolerancia a la lucha de masas, considerando independiente a ella la lucha armada. En pocas palabras, para ETA(pm) “algo” cambió en España con la transición hacia la democracia. Para ETA(m) ”nada” había cambiado.

En ETA(pm) permanecerían los dirigentes más preparados y de mayor talla político-ideológica, que protagonizarían diversas escisiones y separaciones hasta llegar a la desaparición total del grupo en 1984 (disolución a la cual coadyuvaron no poco las medidas de reinserción ofrecidas por el Gobierno español en 1982).

3. La negociaciòn polìtica

ETA(m), la ETA que hoy padecemos, es pues el superviviente histórico de todo aquel proceso. Cada vez más desertizada ideológicamente, y plenamente convencida del papel primordial y casi exclusivo de la lucha armada, hoy se aferra de manera “integrista” a la “estrategia de la desestabilización”, dirigiendo con sus pistolas, de forma monolítica y autoritaria, la totalidad del MLNV.

“Estrategia de la desestabilización” que no es sino una revisión táctica de la “estrategia de la negociación” inciada allá por 1974(3), cuando en la antigua “alternativa KAS” (hoy llamada “alternativa democrática”) la banda terrorista definió sus reivindicaciones. La negociación con el Estado español se presentaba -y se presenta todavía hoy- como un primer objetivo táctico, a través del cual se llegaría a la consecución del objetivo estratégico final, la “alternativa KAS”: un País Vasco reunificado(4), independiente, socialista y euskaldún(5). Sin embargo, las diferentes aproximaciones negociadoras que han sido realizadas a lo largo de la historia demuestran que, lejos de un acuerdo con el Estado español, ETA(m) pretende, irrenunciablemente, la imposición de esos cuatro puntos. Es decir, aquellos son los puntos de partida para llegar a un consenso; bajo esa óptica la negociación se limitaría tan sólo a definir las formas y los ritmos; los objetivos a alcanzar no son negociables.

No parece aventurado afirmar, a tenor de lo expuesto, que con la negociación política ETA(m) persiga, más que su contenido en sí, el hecho de la misma. Con la negociación la banda terrorista obtendría el reconocimiento de fuerza política representativa, siendo así entonces que su violencia sería política y, por consiguiente, legítima. ETA(m) alcanzaría de este modo paladín un status de igualdad con el Estado, y por ende accedería al monopolio de la violencia: he aquí el gravísimo riesgo que, para el Estado español, esconde la trampa negociadora.

En 1995 la banda terrorista publicó en el diario EGIN(6) un comunicado expresando en términos concretos, tras numerosos años de teorización, la forma en que debería desarrollarse la actividad negociadora. La postura tradicional de ETA(m) había sido, hasta entonces, la aceptación de un cese de la actividad terrorista una vez pactadas con el Gobierno las condiciones formales de los contactos. Ahora, por el contrario, la tregua de ETA(m) no será el gesto que facilite la puesta en marcha de las conversaciones, sino un hecho que se producirá al final del diálogo(7), cuando el Gobierno haya cedido a las demandas de la banda. Es, en definitiva, un endurecimiento posicional que tiene su origen en la necesidad histórica que siempre ha tenido ETA (m) de sentirse psicológicamente fuerte.

ETA(m) además olvida - deliberadamente - otro aspecto, quizá el más trascendental: el Estado español - un estado democrático y de derecho cualquiera - no puede ofrecer a cambio de paz ninguna concesión política. Paz por presos sería negociable; paz por soberanía, absolutamente no.

4. La estrategia de la desestabilizaciòn

Tras la caída de la troika de Bidart(8) ETA(m) comprendió que el valor primordial a defender era la propia supervivencia, para lo cual readecuó las características de sus actuaciones. Se consideró así que mantener - como había ocurrido durante décadas - los ataques terroristas contra miembros de las Fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas, acaba convirtiendo la lucha armada en una guerra particular contra la policía y el ejército, una guerra que el Estado podía resistir indefinidamente sin apenas contradicciones internas. En una situación tal, el grupo terrorista se desgastaba sin obtener ningún beneficio y lo que es más, sin tener ni siquiera perspectivas de lograrlo.

Se trataba, en definitiva, de diseñar una estrategia capaz de compatibilizar una reducción de riesgos con el mantenimiento de la presión sobre el Gobierno. En la primavera de 1994, ETA(m) informó a HB(9) y KAS(10) acerca de esta nueva estrategia de la desestabilización, línea oficial de la banda desde entonces. Basándose en las propuestas aportadas por una docena de presos encarcelados en Francia y España, la dirección de la banda elaboró un documento del que se conocen algunas líneas maestras de actuación.

En lo que respecta a la lucha armada, los líderes políticos de los llamados partidos “españolistas”(11), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP), periodistas, empresarios e incluso algunos miembros de la Policía Autónoma Vasca, pasaban a engrosar la lista de objetivos terroristas de ETA(m). “El día que vayan al funeral de un compañero de partido, -afirmaba textualmente la documentación etarra en relación a los políticos- cuando vuelvan a casa, quizás piensen que es hora de encontrar soluciones, o tal vez la próxima vez les toque estar en el lugar del otro (o sea, en una caja de pino y con los pies por delante)”.

Se ha dejado paso de este modo a espectaculares y selectivas acciones terroristas, de gran impacto social, que se enmarcan dentro de esta nueva estrategia. Es precisamente la “calidad” del atentado lo que compensa su menor número, preservando la seguridad de los comandos y la cúpula de la banda, evitando catástrofes como la de 1992 o desarticulaciones de comandos debidas a la precipitación inherente a una actividad demasiado elevada.

En una situación de duro enfrentamiento como la que se dibuja en la “estrategia de la desestabilización”, ETA(m) necesita insoslayablemente el cierre de filas político; es, en este sentido, bien significativa la actual ausencia de reacciones críticas a los atentados perpetrados contra políticos, periodistas y empresarios, a diferencia de la cadena de disenciones que estas acciones provocaban hace algunos años. Así pues, homogeneizando las posturas, cerrando toda suerte de fisuras internas en el seno del MLNV, es como ETA(m) ha programado el actual periodo histórico de “travesía en el desierto”. El corolario es sencillo: no existe idea de retroceso. Se pretende forzar la negociación (eufemismo etarra de imposición) mediante la desestabilización. Y punto.

5. Consideraciones finales

No escapa a los ojos de ETA(m) el rechazo social que sus acciones provocan hoy día en la mayoría del pueblo vasco: la banda terrorista es consciente de ser representativa de una minoría de la sociedad vasca. Sin embargo, en contrapartida, se considera dinamizadora y autora de los avances conseguidos en capacidad de autogobierno y autonomía política. Asume de este modo el papel de vanguardia dentro del MLNV, convencida de su rol fundamental a la hora de forzar las condiciones que den paso a la negociación política, “negociación” que concluiría como ya se ha apuntado, en un Pais Vasco reunificado, independiente, socialista y euskaldún.

Así las cosas, el sector de la sociedad nucleado en torno a ETA(m) se encuentra, de forma casi irreversible, estancado numéricamente. Si a ello se añade el aislamiento social que padece, no son descabellados los escenarios de historia-ficción donde algunas zonas del País Vasco sufrirían una “ulsterización”, dada la mayor presencia de sectores de apoyo al grupo terrorista.

Tal y como se ha referido, el MLNV se halla entonces aislado, pero a la vez se encuentra fuertemente cohesionado -pese a irrelevantes elementos disidentes aireados con gran estruendo por los mass media-. Es la propia idea de la negociación el polo de referencia, la idea-fuerza que mantiene ilusionado al entorno abertzale de apoyo a ETA(m). En esta situación, ETA(m) se impone como factor de cohesión y también de coerción: no existen las derrotas, sino las traiciones personales.

En línea con lo establecido la estrategia terrorista presenta, cada vez más, los visos de una auténtica huida hacia adelante, en lo que es una claro proceso de búsqueda de una salida airosa a la lucha armada, evitando que ésta no aparezca, desde la perspectiva histórica, como un fracaso. Parece irremediable pensar entonces que en las actuales circunstancias, con un estancamiento de las variables del conflicto, éste queda reducido a un desgaste más o menos lento para ETA(m) y su complejo de apoyo.

En el contexto de la defensa a ultranza de unos postulados intransigentes e inamovibles, el proceso evolutivo del fenómeno terrorista se antoja, a medio-largo plazo, enquistado y encallado en el tiempo. Con ocasión del atentado perpetrado en 1995 contra el presidente del Partido Popular, José Maria Aznar, el diario británico “The Times” interpretó el mismo como una muestra de la “deses-
peración” de ETA, lo cual viene a resumir en cierto modo lo aquí expuesto: la ETA actual, mientras al otro lado de la mesa encuentre un Estado no dispuesto a aceptar soluciones no democráticas en el marco de una democracia, tendrá que buscar atajos.

Resultan, para concluir, casi proféticas las palabras del desaparecido dirigente de ETA(m) Txomin Iturbe Abasolo, que encierran el significado de la fuerza política “real” de la banda terrorista, sus armas: “Caerán los comandos, caerán los zulos(12), caerá la dirección, y ya no tendremos nada que negociar”.